Bria habla de los hallazgos naturales que a menudo encontramos al pararnos a observar a nuestro alrededor. Describe el encuentro azaroso entre una recolectora y las semillas que van apareciendo en su camino.

Esta colección celebra los descubrimientos casuales y refleja con el uso del bronce la fortaleza de la materia y de la tierra. Se inmortaliza así el color, la textura y la huella de un encuentro.

Cada pieza, hecha perenne, crea la ilusión de preservar la semilla en su máximo apogeo, pues ésta ni se deteriora ni llega a florecer, simplemente existe aquí y ahora, en la eternidad de un instante.